La escuela digital que se nos viene

El sentido de la escuela digital que se nos viene, pienso que se puede describir, por una parte, desde la manera en que cambia el rol de los actores clave del ecosistema educativo, y por la otra, a partir de cómo se incorporan nuevos tipos de recursos educativos para aprender.

El estudiante tiene que desarrollar, aceleradamente, la capacidad para gestionar sus aprendizajes con autonomía, y tomar conciencia de cómo se desenvuelve en el día a día con dispositivos digitales y conectado en línea, para que la transferencia del entorno físico al virtual se produzca de manera sana y coherente. Y, en esta tarea, nada más lejos que interpretar, “ergo”, que el docente pasará a tener un rol más pasivo. En la escuela digital, el docente es digital, lo que implica un conjunto de competencias que tiene que desarrollar para ser motor del nuevo paradigma educativo, empezando por orientar al estudiante como ciudadano digital, como gestor autónomo de su aprendizaje, capaz de autoevaluar su desempeño. El docente digital es aquel que se apropia de las estrategias didácticas como el flipped classroom, el aprendizaje basado en proyectos en el marco de STEAM, que propicia el aprendizaje cooperativo, o las comunidades virtuales de práctica, y más, mucho más, en ese quehacer diario que le enfrenta a nuevos desafíos. ¿Desaparecerán algunos docentes? Probablemente sí, pero no por una menor dependencia del estudiante frente a su maestro, sino porque siempre habrá quienes se aferren a las prácticas tradicionales en su papel de “dictador” de conocimientos.

Y entre actores de la educación, es quizás a la familia a quien, “sin saber leer ni escribir” -como decimos en mi pueblo-, le tocó la tarea más disruptiva. En fase uno, corrió sangre, sudor y lágrimas, hasta que pasada la desesperación de no saber cómo lidiar con el homeschooling forzoso, empezaron a disfrutar a medida que entendían mejor el significado de

la experiencia de aprendizaje de cada hijo, y el diálogo y las relaciones interfamiliares se fortalecieron. Hubo padres que pensaron, en cierto momento, que podrían prescindir de la escuela, mientras que otros revalorizaron más que nunca al san docente paciente capaz de manejar a la vez a 30 estudiantes.

¿Y el director de la escuela? Podría surgirnos la idea de que es a quien menos se le necesita en la escuela digital, olvidando que todo aquello que tiene que suceder en la escuela digital, sería imposible sin un cerebro planificador, diseñador, que no solo garantiza que los recursos educativos digitales requeridos estén en cada instante de cada sesión de clase, de cada año escolar, sino que, y esto es más retador, es a quien le compete la tarea de hacer que todos comprendan la nueva escuela, la escuela digital en toda su dimensión.

Imaginar la escuela digital también nos invita a pensar que todos los recursos educativos serán digitales. Tengo sentimientos encontrados en este aspecto: creo que si bien pensar en la escuela digital ideal nos obliga a encontrar la mayor evidencia sobre los mejores recursos educativos innovadores, que producen mejores y mayores aprendizajes, respecto de si utilizamos el libro de texto, el tema pasa por lograr la mejor fórmula que resulte de la combinación de, por una parte, tecnologías de inteligencia artificial, realidad aumentada, storytelling y otras con demostrado impacto, y, por la otra, material didáctico que, no solo da un descanso del tiempo en pantalla, sino, sobre todo, diversifica el ejercicio mental y motriz.

Lucia Acurio

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1 comentario en “La escuela digital que se nos viene”

  1. Esta experiencia de la escuela confinada ha sido una experiencia significativa para los docentes, Padres de familia y estudiantes. Es el momento de resignificar estos aprendizajes el cual la comunidad en general no estaba preparada para esta experiencia, por lo tanto debemos reconstruir nuestra forma de enseñar.

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