Síntesis
«Los estudiantes en la escuela que viene»

Abrimos un ciclo muy especial, con el firme propósito de contribuir a la construcción de la escuela que queremos, aprendiendo de esta crisis desde el análisis y la reflexión para la acción, un ciclo al que aspiramos a tener más voces, más jóvenes, vinculadas y participativas. 

Durante el primer ciclo, en todos los encuentros realizados hemos llegado a una conclusión común, necesitamos una cultura compartida de escuela, de aprendizaje y abierta a la participación de los estudiantes. Con este objetivo, en este primer encuentro virtual del 24 de septiembre hemos invitado a compartir mesa a estudiantes para hablar en primera persona.

¿Cómo construir una escuela de los estudiantes? ¿Con qué prácticas educativas? ¿En qué tiempos y en qué lugares? ¿Estamos dando todo por la escuela de los estudiantes, sin los estudiantes? ¿Estamos pensando que la escuela es para los estudiantes pero no sabemos dónde colocarlos más allá del pupitre del aula? ¿Qué forma tiene una escuela que realmente pertenece más a los estudiantes, donde pueden tomar decisiones y donde pueden participar? 

Alfredo Hernando, psicólogo y creador del proyecto escuela21.org, modera esta mesa virtual con Melina Furman, profesora de la Universidad de San Andrés e investigadora del CONICET (Argentina); Miguel López, maestro de infantil y primaria y autor del proyecto El Hematocrítico (España); Anna Forés, profesora de la Universidad de Barcelona y directora adjunta de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st (España); y a ellos se suman los estudiantes Yael Crupnicoff (Argentina), Sebastián Jaramillo (Colombia) y Guzmán Fernández (España). Junto a 1408 espectadores en directo a través del Canal de Youtube de Fundación Santillana, que aportan en una animado chat sus preguntas, opiniones y una cálida acogida a este nuevo ciclo de encuentros virtuales.

En la primera ronda de intervención los invitados contestan qué significa para ellos “una escuela de los estudiantes”. Los estudiantes invitados agradecen que se hable con ellos, y no de ellos, en esta mesa. Tanto Yael como Guzmán y Sebastián apelan a la necesidad de generar un ambiente basado en actividades que les hagan activos de su propio proceso de aprendizaje, que se atienda a la personalización del aprendizaje teniendo en cuenta los diferentes ritmos, y sobre todo de encontrar sentido a aquello que aprenden en la escuela. 

Yael Crupnicoff, activista en Jóvenes por el Clima, valora especialmente la importancia de tener una escuela que no trate de homogeneizar y unificar ritmos personales, que respete la diversidad porque “aprovechar estas diferencias es lo que genera las mejores ideas y los ambientes más interesantes para estar”.

Guzmán Fernández, alumno partícipe del Consejo Impulsor de Jóvenes Changemaker de Ashoka, apunta a los necesarios cambios de rol en una ecuación en la que se construya pensando y hablando con los estudiantes: “aprendo mucho más cuando voy al lado de un adulto, caminando juntos, que cuando me van dando indicaciones por delante de mí”.  Y pide un respiro para los estudiantes, a los que se les carga con un curriculum muy extenso más un gran número de actividades extraescolares para completarlo, sintiendo una gran exigencia que dificulta su disfrute.

Por su parte, Sebastián Jaramillo, desde Medellín, hace énfasis en la importancia de que se acuda al colegio “con una motivación verdadera, más que por obligación, para que haya un real aprendizaje”.

Anna Forés, desde su especialidad en neuroeducación, recuerda que la participación en la escuela es un derecho de la infancia “porque nuestro cerebro es social, y necesitamos más que nunca a toda la comunidad. Cuantos más agentes estemos implicados en la educación, cuanto la educación sea más significativa para ellos y situada en sus problemas, será una escuela que atraiga más a los chicos y chicas”.

En este sentido, Miguel López, profesor de infantil, apuesta por seguir involucrando a las familias, aunque debido a la pandemia tengamos que hacer un paréntesis en algunas actividades en las que les invitábamos a entrar en nuestras aulas, “esto es solo una pausa, estamos en buen camino, sabemos lo que tenemos que hacer, tenemos la idea y las ganas, así que esperamos poder volver a ello”. A este respecto, Anna Forés apela a la creatividad de los docentes para encontrar nuevas formas de mantener esta colaboración sin necesidad de entrar en el aula físicamente, de manera que se puedan mantener esos lazos afectivos y crear sintonía superando la barrera virtual.

Melina Furman, profesora de universidad, cree que el confinamiento por la COVID19 nos ha ayudado a crear una alianza con las familias menos retórica porque realmente los padres tuvieron que jugar un nuevo rol, en el que pudieron ver qué pasaba en la escuela, ver a los niños como aprendices y colaborar como verdaderos aliados. Encuentra muy interesante cómo se ha unido el aprendizaje ocurrido en la escuela con el aprendizaje conversado en familia, y cree que esto puede contribuir a que se dé el  “aprendizaje como algo que nos nutre y ayudar a que cada uno descubra qué le mueve”. 

Alfredo Hernando invita a la mesa a dar un paso más para imaginar cómo será una escuela en la que los estudiantes sean dueños de su proceso de aprendizaje, donde tengan más autonomía y por lo tanto pensar qué responsabilidades tendrán que asumir para que esta posibilidad se convierta en realidad. 

En este punto, la autoevaluación y coevaluación, el feedback y la metacognición se convierten en protagonistas de la conversación, como estrategias imprescindibles para hacer más partícipes a los estudiantes en su proceso de aprendizaje. 

Los tres estudiantes comparten sus experiencias durante el confinamiento y desvelan nuevas estrategias pedagógicas que han surgido en este contexto y que les han ayudado a aprender de una forma más profunda. Guzmán explica que en la universidad ha vivido las ventajas de haber contado con un feedback efectivo y la posibilidad de generar conversaciones con sus compañeros a partir de sus trabajos que le han sido de gran utilidad. Yael celebra que los profesores han tenido que asumir nuevas formas de evaluar más adaptadas a la virtualidad, con actividades más competenciales, menos centradas en la memorización, y que el gran descubrimiento han sido las entrevistas virtuales con los docentes para hablar sobre el rendimiento individual. Coinciden en la fuerza del diálogo como otra estrategia fundamental para hacerles partícipes, y como una forma de superar la evaluación enfocada en la calificación.

Melina Furman nos recuerda que muchos de estos principios llevan ya cien años enunciados, que no hay que inventar nada nuevo pero sí ponernos a hacerlo realidad, porque los estudiantes de hoy en día necesitan que les preparemos para ser buenos aprendices para la vida, porque van a vivir en un mundo lleno de desafíos, complejo, donde probablemente tengan que cambiar a menudo de profesión. “Soy muy optimista cuando veo muchas de las escuelas que han dado ese espacio a los alumnos. Cuando uno está en estas escuela siente que algo está pasando, que se están formando otro tipo de seres humanos, hay algo de autonomía y de pasión que se ve muy fuerte, son actores de su aprendizaje”. 

En este sentido, Sebastián Jaramillo añade que él echa en falta dos grandes temas en su formación, temas que está seguro le ayudarían a estar preparado para afrontar los problemas más importantes que va a encontrar en su vida: la educación financiera y la educación emocional. Anna Forés está de acuerdo en que, más aún en el contexto actual, se hace necesario poner mucho énfasis en la salud emocional, no solo en la salud física, e integrarla en todas las áreas de conocimiento.

Se apunta en todas las intervenciones la necesidad de preparar a los estudiantes para hacer efectiva la participación. Para ello se ve necesario cambiar el rol pasivo de los estudiantes. “Hay que encontrar la forma en que los estudiantes se sientan a gusto para compartir y para comunicar, para diseñar y para plantear aquellos sistemas o propuestas que se quieran hacer”, reclama Guzmán, pero no volcando toda la responsabilidad en los estudiantes, sino acompañados por los adultos, trabajando mano a mano.  

A Miguel López le gustaría, en este sentido, volver a una escuela que ponga la mirada de nuevo en los estudiantes, basada en el respeto y la dignidad, y en el aprecio hacia las diferencias, en la que tienes tiempo de agacharse a su altura y tratar a los alumnos como la persona individual que son. “Los docentes nos estamos enredando, sobrecargando, nos estamos llenando de un tipo de trabajo que es un poco ajeno a los estudiantes. Luego, cuando tenemos delante a los niños se convierten en personas que tienen que rellenar las actividades para que quede bien tu programación”. 

Se cierra la mesa con esta mirada hacia la Escuela del Cuidado, confinada o desconfinada, para ayudarnos a afrontar y verbalizar lo que estamos viviendo. Y con un mosaico de palabras que pretenden acompañarnos hasta el próximo encuentro, que tendrá lugar el día 8 de octubre, para conversar sobre “Políticas educativas en la escuela que viene”.

Los estudiantes-palabras

ES POSIBLE, CON LOS ESTUDIANTES, desde el RESPETO, gracias al APRENDIZAJE ACTIVO y a ESCUCHAR POR AMBAS PARTES, para lograr la MOTIVACIÓN y cuidar RITMOS Y DIVERSIDAD

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