La oportunidad de repensar la educación

Primero pedagogía y después tecnología

Desde que comenzó la crisis sanitaria derivada de la COVID-19, la presencialidad de la educación ha sido uno de los aspectos que más se han revalorizado, nos hemos dado cuenta de su gran importancia (si es que no lo sabíamos de antes).

En esa situación excepcional en la que nos vimos abocados a trabajar con las herramientas tecnológicas, se ha evidenciado uno de los interrogantes, y a la postre, de los problemas más serios que ha tenido toda esta situación, y que es cómo asegurarnos de que todos los alumnos tengan acceso a la educación, cómo garantizar el derecho a la educación en este contexto de crisis. Hemos podido comprobar como miles de estudiantes no tenían acceso a la educación que ofrecían sus centros, ya fuera por falta de conectividad o por falta de dispositivos.

Si queremos avanzar en estos nuevos escenarios que se nos presentan en educación, con la proliferación forzosa de las herramientas tecnológicas, las políticas educativas deben ir encaminadas, en primer lugar, en garantizar dicho acceso y, por tanto, el derecho de todos los niños y niñas a su educación. Y esto se debe comenzar a nivel local, desde el municipio, la pequeña localidad, para extenderse a nivel más global.

Nuestros dirigentes deben darse cuenta que las actuaciones que han llevado a cabo desde el inicio de la crisis hasta el momento actual, no han sido suficientes para sostener una continuidad pedagógica. Solo las acciones de los profesores y profesoras, de los equipos directivos, de los centros, solos ante el peligro, han hecho que la educación continue de alguna manera. Pero necesitamos más. Necesitamos esa implicación de la administración, de los políticos y que se vea que la educación realmente importa y es un pilar importante de nuestra sociedad.

Lo primero, como comenté, se necesita hacer un escaneo a nivel local para ver las necesidades de acceso de los estudiantes, para paliar esas desigualdades que se han puesto de manifiesto durante el confinamiento de marzo.

Después hay que analizar las infraestructuras de los centros educativos y la dotación de dispositivos. Hay muchos que apenas tienen herramientas para afrontar una digitalización en sus aulas.

Además se debe afrontar una formación del profesorado de calidad y que verse, no solo sobre aspectos tecnológicos, sino también sobre metodología docente. Debemos poder usar la tecnología para enriquecer nuestras propuestas pedagógicas y para redefinir las actividades que realizamos. Si usamos estas herramientas para repicar viejos enfoques de la educación, estaremos desaprovechando todo el potencial que tiene.

Pero antes de todo esto, antes de pensar en una digitalización del aula, del centro, de la educación, debemos haber armado un proyecto educativo sólido, con el enfoque que queremos darle a la educación, tendiendo en cuenta el contexto específico del centro y, sobre todo, a nuestros alumnos y alumnas. Primero debemos analizar la metodología que queremos y después veremos cómo las distintas herramientas tecnológicas y dispositivos nos pueden ayudar a afrontarlo. La tecnología siempre al servicio del proyecto educativo y nunca al contrario.

Primero pedagogía y después tecnología.

Pero con todo esto que tenemos delante de nosotros surge un peligro: el olvidarnos de los verdaderos problemas que teníamos en la educación antes de la pandemia. Debemos afrontar los retos que se presentan en la actualidad, pero también las dificultades y problemáticas que antes ya se evidenciaban, porque van a aparecer y si no los hemos resuelto nos lastrarán en nuestro propósito de la mejora de la educación en esta «nueva normalidad».

Pero me quiero quedar con lo positivo, con la oportunidad que nos brinda esta situación. Lo primero es el debate educativo que está teniendo lugar en todos los foros. Hoy más que nunca, se está hablando de un cambio de paradigma debido a la crisis. Cambio que muchos ya se dieron cuenta que era necesario mucho antes de que nos azotara el coronavirus. Estamos ante la oportunidad de repensar todas nuestras prácticas educativas y cambiar, adaptarnos a una sociedad que avanza a mucha más velocidad que la educación.

Vamos a construir proyectos educativos sólidos, con los alumnos y alumnas como protagonistas, y una vez pensado el enfoque y la mirada que queremos darle a la educación, afrontemos la digitalización de la misma.

David Santos

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